Texto escrito por el autor de este blog, publicado originalmente el 9 de octubre de 2008 en La Jornada de Oriente
Sergei
Mihailovich Eisenstein, el gran maestro del Montaje Soviético alguna vez dijo:
“Quien ha tenido en sus manos un trozo de película para editarse sabe, por
experiencia, lo neutral que éste permanece. Hasta que se une con otro
fragmento, es cuando, de repente, adquiere y transmite un significado más agudo
y bastante diferente del que se planeó en el momento del rodaje”.
De
acuerdo al teórico David Bordwell, en su libro Arte cinematográfico, Eisenstein, junto con Lev Kuleshov, Dziga
Vertov, Vsevolod Pudovkin y otros, fueron los representantes de un estilo que, para
1922, Lennin consideraba el arte más importante para la nueva sociedad
soviética y el cual impulsó como una poderosa arma para la educación de su
gente.
Luego
de su primer acercamiento al celuloide con Strike
(Huelga), estrenada a principios de 1925, Eisenstein, nativo de Riga, hoy Letonia,
daría el salto al panorama mundial con El
acorazado Potemkin (1925), una de las cintas más analizadas en la historia
del cine y que aborda la historia del motín de este navío ocurrido en las
costas de Odessa y la eventual represión del ejército del Zar Nicolás II contra
la población del puerto que apoyaba a los marinos.
Fotograma de la secuencia de las escaleras de Odessa en El acorazado Potemkin |
Para
su tercera producción, Octubre (1927),
el director soviético se alejaría aún más del estilo narrativo clásico de
Hollywood y de su edición de continuidad para dar forma al relato de la Revolución
Bolchevique de octubre de 1917 en Rusia. El gobierno provisional burgués ha
tomado el poder después de la Revolución de Febrero pero en lugar de retirarse
de la Primera Guerra, la nación sigue en el conflicto apoyando a los Aliados,
lo cual ha sumido al pueblo en una situación más grave que la vivida bajo el
zar.
Como
en muchas películas de Eisenstein, el protagonista de Octubre no es un personaje sino un grupo de personas, un héroe
colectivo que es interesante no por sus características psicológicas sino por
la manera en que las causas sociales lo afectan, cuenta Bordwell en su libro.
Fotograma de Octubre |
Más
que una historia, el montaje de la película construye un ensayo visual cuyas
imágenes crean analogías y contrastes que interpretan los acontecimientos de la
historia. El mismo Bordwell escribe que el sueño de Eisenstein era filmar El capital de Marx.
Por
su parte, Jonathan Romney apunta en el libro 1000 filmes para cambiar tu vida que el poder de la edición
propuesta por Eisenstein logra un efecto electrizante que sacude la percepción
del público y lo hace cuestionar la lógica de las imágenes y las ideas que proponen.
Idealmente, continúa Romney, esta relación visual subversiva detonará la
respuesta intelectual del espectador e incluso podría cambiar su pensamiento
político y social.
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