jueves, 2 de febrero de 2012

"Nube negra...": el veredicto final

RESEÑA

La Capilla del Arte UDLAP inauguró ayer 1° de febrero la exposición Nube negra: Desvelar-Desenterrar-Desocultar* que estará abierta al público hasta el 15 de abril.

La pieza principal de la muestra, responsabilidad del artista mexicano Arturo Hernández Alcázar, estuvo antes en el Museo Amparo como parte de Resisting the present: Mexico 2000-2011. En ese espacio, los 597 objetos recuperados por Arturo formaban, literalmente, una nube que se alzaba a varios metros del suelo, impactando al espectador desde el primer momento.

En su primera vida (artística), como podríamos denominar a esa primera experiencia en el Amparo, los objetos recuperados en la explosión de un ducto de Pemex en San Martín Texmelucan en 2010, o en basureros y mercados públicos de Puebla, se encontraban lejos de la gente. Si bien se podían reconocer tanques de gas, puertas de madera, triciclos y otras cosas comunes y corrientes, el público se mantenía separado de esta cotidianidad convertida en arte. 

Por los aires del Amparo.
Imagen tomada del blog
www.lapartmanquante,wordpress.com
El impacto visual, sin embargo, bastaba para que el observador buscara en la maraña negra lo que en su mente formaba parte de aquel siniestro en la comunidad poblana. ¿Acaso aquella explosión privó a un pequeño de ese triciclo o, peor aún, el fuego le quitó la vida a su dueño y a su familia?

Pasamos ahora al espacio de la Capilla del Arte. Las condiciones son obviamente muy distintas. Así, en lugar de flotar por el aire, la nube negra descansa sobre el suelo, en espera de que la gente la recorra e identifique claramente cuales son los elementos que la componen. 

Si bien el impacto visual es menor en comparación con su vida pasada, la experiencia a nivel lúdico, antropológico -y hasta arqueológico- es mucho mayor. El disfrute de convertirse en un arquéologo que desentierra, que desoculta historias es mayor. La mirada del antropólogo cobra vida y analiza, recuerda lo que era una butaca de cine de piel o el uso de aquellos discos de vinil a medio chamuscar.

Sin embargo, a lo largo del proceso de montaje -debo confesar- este cambio de disposición espacial fue algo que me preocupó. Me preguntaba si el nombre de "nube" tendría sentido; si el ver objetos negros "tirados en el piso" serían entendidos como arte.
Antropólogos.
Imagen tomada de e-consulta
La primera prueba llegó entonces durante la inaguración. El público recorrió la pieza, caminando los recuerdos de cientos de personas que poseyeron aquellos camioncitos de plásticos ahora recubiertos de humo de petróleo, aquel tocadiscos que dejó de tocar hace décadas, ese tanque de gas que probablemente voló por los aires un día normal de diciembre de 2010.

No obstante los buenos comentarios de esa noche, no podemos negar que la mayoría de los asistentes son más sensibles al arte contemporáneo, a este arte que presente, muchas veces, objetos comunes transformados en piezas ahora de gran valor. 

La prueba última, el veredicto final será entonces el del público que a partir de hoy visite la exposición. Hasta hora, los comentarios son positivos:

G. Peña (Cholula) escribió: "Extraordinario que una obra de arte sea capaz de recordarnos eventos tan cercanos y que no deberían dejarse pasar sin reflexiones y aprendizajes a largo plazo"

Víctor M. (Apizaco) escribió: "Excelente pieza la nube negra. Felicidades al curador. Despierta la sensibilidad, la conciencia. Gracias".

La última palabra, el veredicto final, como siempre, lo tiene el público.

Alonso Pérez Fragua.


Durante la inauguración.
Imagen tomada del Blog de la UDLAP
*La pieza expuesta en el Amparo se llamaba Nube negra: capital suspendido. Ahora, en la Capilla del Arte UDLAP lleva por título Nube negra (Recesión del capital)

En un primer momento, el nombre general de la muestra era Nube negra: economía suspendida pero los cambios de nombre de la pieza hicieron que la Capilla rebautizara la exposición como Nube negra: Desvelar-Desenterar-Descocultar.


Estos cambios de nombre y de forma son, prueba de que "el arte contemporáneo muta y es cambiante", como expresó Arturo Hernández Alcazar en la entrevista a La Jornada de Oriente. Son prueba también de la importancia del curador y museógrafo, en este caso de Gustavo Ramírez Ramírez.

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